sábado, 25 de febrero de 2012

CASO ECUADOR: CORREA, EL DICTADOR

El artículo de opinión de Emilio Palacio titulado “No a la mentiras”, para el diario El Universo de Ecuador, ha generado toda clase de controversias y despertado sentimientos de solidaridad no sólo a nivel nacional, sino también en toda América Latina.
En esta columna de opinión publicada en la edición del 6 de febrero del año 2010, se cuestiona la capacidad del gobierno de poder “demostrar el supuesto crimen del 30 de septiembre”, y se habla del presidente Rafael Correa bajo el seudónimo de “El Dictador” el cual, según el artículo, cometió crímenes de lesa humanidad por los hechos ocurridos este 30 de septiembre del año 2010.
Partiendo del hecho que Ecuador es un país democrático, es propio de este sistema la diferencia de ideales. Por este motivo, está dentro de los parámetros lógicos que el Presidente exprese su inconformismo y manifieste  su punto de vista de cómo sucedieron los hechos. Hasta aquí, el defender los ideales es normal y más cuando se trata de una figura pública que tiene por sí sola mucho poder. Lo que no es normal, es poner una demanda millonaria que pueda causar el cierre de un periódico y adicionalmente pedir para Emilio Palacio (columnista), Carlos, César y Nicolás Pérez, (directivos del periódico) 3 años de prisión.
Con estas medidas desproporcionadas, hay una clara interpretación de lo quiere Correa: acallar la opinión contraria, hacer que los periódicos busquen controlar todo lo que publican sus columnistas y suprimir toda clase de expresión dura frente a su gobierno. Estos evidentes excesos de poder que buscan silenciar a la prensa, demuestran una situación muy grave para la libertad de expresión.
Lo sorprendente del asunto son las reacciones que tomaron los periódicos en América Latina para solidarizarse con El Universo, los cuales trascribieron la columna de Emilio Palacio en sus ediciones. Pues si se tiene en cuenta que los medios de comunicación se han caracterizado por la falta de unión en una competencia cada vez más dura, es una novedad la acción coordinada de estos periódicos. Aunque son muchos los casos donde se han censurado artículos o periódicos, este es el primero en donde la protesta por parte de los medios fue colectiva.

Hace algunos días nos preguntábamos ¿Qué va a pasar con la oposición de este país? Entonces, ¿todas las opiniones que se escriben en un periódico deben ser el reflejo de la postura del gobierno? Ahora que Rafael Correa pidió a la justicia que anule la sentencia, refleja tal vez, que las presiones de la prensa internacional si fueron decisivas para el desenlace de esta historia. Aunque el presidente ecuatoriano afirma que él solo pretendía que “brillara la verdad”, lo cierto es que al final de cuentas sí brilló: los medios de comunicación tienen autonomía, son independientes y luchan juntos por la libertad de expresión.

lunes, 20 de febrero de 2012

Analizando la pertinencia


El siguiente análisis de pertinencia es acerca de tres de las columnas de opinión dominicales del periódico El Comercio de Ecuador.

El fin de la razón
Grace Jaramillo expone cómo la mayoría de ecuatorianos, en los cuales incluye a dos de sus intelectuales amigos, se han dejado influenciar por las ideas del presidente Rafael Correa y ahora consideran que la libertad de expresión sí debe tener ciertos límites.
Esta es una columna que además de que cumple con muchos de los requisitos de pertinencia, es valiente porque relata cómo el poder ha callado a muchos personajes públicos, pero ella no siente temor a la censura y además de denunciar los hechos, plantea una moraleja.
Seguramente, por la claridad en el uso del lenguaje, la actualidad con lo que está ocurriendo en el país y la relación con la circunstancias políticas; está columna causará conmoción en cuanto a la proximidad y sintonía, no sólo con los lectores ocasionales ecuatorianos, sino también con los medios de comunicación y personajes que manejan las esferas del poder en este país.
Calificación: 5

El Fetichismo
Para esta columna Diego Pérez Ordóñez escribe algo mucho más “light” que no tiene tintes políticos o económicos, y que si bien es actual, no parte de un hecho o noticia puntual. Es actual en el sentido que habla acerca del “abuso” del ser humano con relación a la tecnología, de cómo el consumismo está reemplazando las actividades cotidianas de una persona: comprar el periódico, ir al banco, correr por la ciclo- vía; por otro tipo de actividades como leer y consignar a través de la internet, operaciones estéticas o pastillas adelgazantes, etc.
Pero así como este planteamiento puede ser totalmente cierto ahora, lo pudo haber sido hace uno, cinco o nueve meses, e incluso puede serlo para el próximo año. Lo que quiere decir que el artículo puede ser leído casi en cualquier momento y sin importar las circunstancias, tendrá la misma validez.
Por lo tanto, aunque el autor propone un tema universal que puede ser contextualizado en cualquier lugar, no hay calidad en las conclusiones y recomendaciones planteadas.
Calificación: 3



¿Volver a creer?
Así como la columnista Grace Jaramillo, en esta oportunidad Marco Arauz debate sobre el mismo tema de cómo el gobierno del presidente Rafael Correa está ejerciendo su poder para callar a los medios de comunicación que no están a favor de él. Ambos tienen la misma perspectiva y dimensión del asunto, en donde en palabras de Marco “los únicos que podrán volver a creer en la justicia serán sus grandes manipuladores”.
En este sentido, también se cumplen los criterios de pertinencia porque además de ser un tema actual y que hay una relación con los asuntos políticos de gran importancia para el país, hay calidad en la argumentación cuando afirmaquedó en claro que la llamada nueva justicia no anda corta ni perezosa cuando se trata de fallar a favor del poder”.
Así mismo, por ser un tema que ha causado tanto controversia en los últimos días, los lectores ecuatorianos van a sentir proximidad e identificados con los planteamientos que el columnista hace.
Calificación: 5

miércoles, 8 de febrero de 2012

EL MUNDO DE LOS FARISEOS


La cotidianidad trae consigo innumerables compromisos y presiones que, en muchos casos, nos vemos obligados a cancelar o lo que es peor aún “dejarlos pasar” porque ahora el no cumplir se ha vuelto parte del paisaje.


Todo estaba arreglado para el reencuentro más anhelado. Mis amigas del colegio habían aceptado la invitación, increíblemente la fecha y el lugar propuesto era agrado de todas, las redes sociales estaban invadidas de mensajes de emoción. Los días fueron pasando y llegó el evento esperado. Pasaron minutos, más minutos y horas; pero sólo aparecieron tres de las quince invitadas. En ese momento pensé: “definitivamente estamos en el mundo de los fariseos”.

La palabra “fariseo” proviene de un vocablo hebreo que significa separado y su origen se remonta  en el siglo III antes de Cristo. Se trataba de una secta o partido político-religioso conformada por personas judías altamente intelectuales y maestros de la ley. Sin embargo, eran considerados por la religión católica como personas hipócritas y con falta de palabra. Por ejemplo, en muchos pasajes de los evangelios se cita a Jesús advirtiendo a la multitud contra ellos: “Los escribas y fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas” (Mat. 23,1-7).

De la misma manera el parlache colombiano (conjunto de modismos utilizados por los jóvenes, originado en las comunas populares de Medellín y suburbios de Bogotá y Cali), adoptó este término para referirse a una persona traidora, faltona o que no hizo un favor. Así como muchas otras palabras originadas en la jerga popular, ésta se expandió a las clases medias y altas de la sociedad, buscando expresar el inconformismo cuando alguien no cumple con lo prometido. También vemos como la palabra se convierte en verbo y se escuchan expresiones (aclarando que no son válidas por la R.A.E) con conjugaciones como: “perdón por farisearme”, “creo que te voy a farisear”, “yo me fariseé”.

Lo verdaderamente rescatable es hacer una reflexión acerca de las implicaciones actuales, sin importar la ambigüedad del término. Cada día nos sentimos más cómodos con este tipo de comportamiento, se ha vuelto tan común que sin darnos cuenta, sea ha impregnado a nuestra cultura y lo calificamos de aceptable. Pero esto, a lo contrario de lo que ocurre en la cotidianidad, no es normal. Se debe cumplir no sólo con lo pactado, sino ser consecuentes con lo que se dice y se hace. La promesa en la palabra merece ser rescatada y respetada. Los contratos, acuerdos y pactos escritos, sólo deben ser un canal para reforzar lo dicho; pero no para que sea la única prueba sólida de argumentación.